Jean-Baptiste-Camille Corot

Sin duda, Jean-Baptiste-Camille Corot (1796-1875) fue una figura fundamental en la evolución de la pintura de paisajes francesa del siglo XIX. Nacido en París, Corot fue un destacado exponente de la Escuela de Barbizon, que desempeñó un papel fundamental a la hora de cerrar la brecha entre el neoclasicismo y los emergentes movimientos realista e impresionista. Los primeros años de Corot estuvieron marcados por extensos viajes por Europa, donde perfeccionó sus habilidades como pintor al aire libre, capturando la luz y la atmósfera de diversos paisajes con un toque innovador que luego influiría en el trabajo de muchos artistas. Sus obras a menudo representaban escenas rurales, bosques y vistas de estilo italiano, caracterizadas por su humor poético y colores suaves y armoniosos. En particular, su enfoque en la representación naturalista y los efectos atmosféricos sentó las bases para futuros desarrollos en el arte del paisaje. En su obra, Corot es célebre por sus "vedute", o vistas, y sus "souvenirs", que son bocetos y pinturas íntimos que capturan la esencia de los lugares que visitó. Una de esas obras maestras es "El puente de Narni" (1826), donde demuestra su capacidad para evocar las cualidades serenas y contemplativas de la escena. Además, "Mujeres italianas en la fuente" de Corot (c. 1860) ejemplifica su interés por representar la vida cotidiana y las figuras humanas en un contexto pastoral. A lo largo de su carrera, Corot también creó obras de estudio, incluidos retratos y temas mitológicos, pero fueron sus paisajes los que aseguraron su fama duradera. Se le atribuye la introducción del concepto de "preimpresionismo" a través de su pincelada suelta y su énfasis en la naturaleza transitoria de la luz y las condiciones climáticas, aunque mantuvo un enfoque estructurado de la composición que lo distinguió de los impresionistas que le siguieron. A pesar de ser conocido por su modestia y filantropía, la influencia de Corot se extendió mucho más allá de su vida. Su tutoría de artistas más jóvenes como Monet, Pissarro y Daubigny contribuyó significativamente al desarrollo del arte moderno. Además, sus obras posteriores, a veces denominadas "paysages d'effet", muestran un manejo más expresivo de la pintura y el color, presagiando los emotivos paisajes de finales del siglo XIX y principios del XX.